Cuál golpe de Estado...?
APUNTES PARA UN
BALANCE DE LA RECIENTE CAÍDA DEL GOBIERNO DE EVO MORALES
Parte 2 de 4
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Morales fue
expulsado del poder por una gran movilización popular, NO por un golpe de
estado. Los golpes de Estado son acciones cupulares, planificada e impuestas
desde arriba, son operaciones ejecutadas por grupos operativos del Ejército en
coordinación con algunos sectores civiles al margen de las grandes masas y por
lo general contra ellas.
En octubre del año
2003, el Gobierno de Goni (MNR), fue expulsado del poder por una gran
movilización popular. En cierto momento del conflicto, el ejército se dio la
vuelta, después de que la policía ya se había amotinado. Es grafica la imagen
de los milicos, pactando la paz y abrazándose con los mineros en la ciudad de
El Alto La Paz. Acto seguido Goni escapo del país en avión. Después, desde el exterior,
los derrocados afirmaron que “un golpe de Estado”, los había sacado del poder.
Los ideólogos reformistas han ideado la teoría del
Golpe de Estado para ocultar el evidente agotamiento político del MAS. Esa teoría
no se la traga nadie, lo cierto es que ninguna de las tonterías inventadas por
los reformistas, refuta el hecho de que el MAS cayó como consecuencia de su política
de conciliación con la burguesía, con las transnacionales y la oligarquía
terrateniente cruceña en resumidas cuentas por su política de preservación del
capitalismo, de su “proceso de cambio” que NO conduce al socialismo, sino a
fortalecer a los capitalista, para que luego, cambiadas las condiciones, cuando
las masas chocan con los impostores en el gobierno caracterizado como corrupto,
vendepatria y fraudulento, sus socios de ayer les den una patada en el trasero.
La teoría de que una “división interburguesa” explica
la convulsión social vivida en el país es equivocada. Es más que evidente que
la burguesía y la vieja derecha que hoy se adueña del poder, no pensaron ni por
un momento en que la rebelión popular llevaría las cosas a los extremos que
llegaron. Al inicio del conflicto, la burguesía agroindustrial cruceña, aliada
del MAS (semanas antes le habían regalado a Evo Morales un caballo avaluado en
más de $us. 60.000), las trasnacionales y el propio imperialismo, marchaban
detrás de Evo Morales. Almagro, de la OEA, expresando los intereses del
imperialismo norteamericano, que meses antes vino a dar su bendición a la
reelección ilegal de Morales, no abrió la boca sino hasta el último momento y solo
para dar la estocada final a un gobierno que se cae. No olvidamos que hasta la
víspera, Bellot, máximo representante nacional de la Federación de empresarios
privados, formo parte del CONALCAM. Todos ellos estaban seguros que el Gobierno
controlaría la situación, tanto es así que en el primer Cabildo en Santa Cruz,
los cívicos derechistas, ligados a la CAINCO, si bien, por la presión social se
vieron obligados a incorporar las demandas de la Chiquitania de anulación de
leyes y decretos que favorecían al agro negocio y a los traficantes de tierras
permitiendo la devastación de los bosques, la demanda de recuperación del litio
y la de los médicos y trabajadores de salud, etc, se esforzaron por que la
sangre no llegue al rio y convocaron al “voto castigo” avalando y entrando al
juego de la farsa electoral del oficialismo. En debido momento el POR advirtió
que eso equivalía a avalar el fraude ya preparado, una percepción compartida
por el 68% de la población.
La cínica manipulación fraudulenta de las elecciones,
arrecio la ira popular, particularmente de la clase media. Después del gran
Cabildo Nacional realizado en La Paz, y simultáneamente en todas las capitales
principales e incluso en el exterior (Madrid, Barcelona, Nueva York, etc), la
burguesía nativa y el imperialismo, cayeron en cuenta que la situación había
cambiado y que el gobierno perdía el control de las masas. Un cabildo cuyo
contenido antimperialista y anti burgués queda subrayado cuando sus
resoluciones no se limitan a reclamar por el respeto al voto, sino que iban mas
allá reclamando la recuperación de los recursos naturales de manos de las
transnacionales y la reversión de las tierras entregadas a los agroindustriales
y traficantes, además de las demandas de los sectores de salud y educación. La
burguesía y el imperialismo no podían permitir que las cosas se desarrollen por
esa vía.
La burguesía y el imperialismo se dieron la vuelta
cuando constataron que Evo NO podría controlar a las masas en rebelión.
El gobierno estaba
seguro que tenía bien controlada a la policía a través de sus comandantes
corruptos y políticamente afines, lo que no tomaron en cuenta fue el gran
malestar en la base policial, percibido por todos los manifestantes que estaban
seguros que cualquier rato la policía se daría la vuelta, malestar que estalla
como motín policial en Cochabamba y en cuestión de horas se generaliza por todo
el país, lo que puso en jaque al gobierno que tampoco creía que las cosas
llegaría hasta donde llegaron. Por su parte el Ejército que hasta la víspera
estuvo, a través del General Kalliman, bien alineado con el gobierno, se
resiste a salir a las calles a reprimir y “recomienda” al presidente renunciar
a su cargo en aras de la “pacificación” del país. Todo esto es una "gran
rebelión popular" que dista kilómetros de ser un golpe de estado.
En ninguna parte del
mundo y mucho menos en Bolivia, la policía y el ejército puede escapar a la
presión de la lucha de clases. En Bolivia, se ha dado el caso del surgimiento
de una tendencia revolucionaria en las FFAA (Vivo Rojo), que para el presente
conflicto, está ausente. El Boliviano es un ejército plebeyo, que nunca alcanzo
a constituirse como ejercito de casta, reflejando la pequeñez de la clase
dominante y el Estado, no pudo desarrollar una ideología castrense nacional que
lo haga impermeable a las presiones políticas de la lucha de clase, a pesar de
las reformas hechas y los privilegios otorgados por el gobierno de Morales,
como eso de la creación de la Escuela Antiimperialista de las FFAA. Otra tanto
se puede decir de la policía reformada por el gobierno, una policía de
hambrientos, miserablemente equipados y dirigidos por mandos corruptos y
abusivos, que pocos días antes de la eclosión social que sacudió al país fue
desarmada a título de “mantenimiento” de equipos, poniendo en evidencia la
desconfianza y susceptibilidades del gobierno frente a la base policial, donde
se había acumulado el odio y la frustración frente a la evidencia de que el
famoso “proceso de cambio” no había cambiado nada al interior de la “institución
del orden”. El motín policial, y la negativa del ejército a salir a reprimir,
forman parte del estallido del malestar popular contra el gobierno impostor,
los policías de base, tienen sus propias demandas y acertadamente el Cabildo en
Cochabamba las incorpora a las demandas generales. La actitud de Camacho
en Santa Cruz, días antes, es diferente, él es el gerente ofreciendo demagógicamente
concesiones para comprar adhesiones.
Después de la salida de
Morales, los MASIStas tienen trazado el llamado “Plan Pagador”, que consiste en
generar un clima de confrontación social extrema, masacre de por medio, que
permita exigir el retorno de Evo Morales al poder como único capaz de pacificar
el país. Para ese momento de la crisis política y social del país, la clase
media esta aterrorizada, por la acción de los provocadores MASistas, que usa a
los campesinos como cobertura para el despliegue de pandilleros y facinerosos
contratados, para quemar casas, saquear comercios, reclaman a gritos la
intervención de las FFA armadas y recibe como héroes a los uniformados para que
les traigan “paz y seguridad”, no importa a costa de ensangrentar las calles.
Eso es lo que los tenebrosos planes MASistas están buscando, con asesinos y
pandilleros contratados para provocar muertes para terminar al final negociando
cuotas de poder. Logran su propósito con la masacre de Sacaba. Los militares
exigieron respaldo político para ejecutar acciones de represión ante el
rebasamiento de la policía. El gobierno fascista no duda en darlas y en medio
del aplauso de la clase media derechizada, aprueba del decreto 4078, que otorga
garantías a los oficiales que disparen contra los campesinos y nuevamente salen
a flote los rasgos gorilas de las corrientes fascistas al interior de las FFAA
y la policía, que actúan acompañados por jóvenes de la clase media acomodada de
mentalidad fascista, racista y paramilitar.